Siempre pensé que ver a Bochatón en vivo es lo más parecido a dispararse en el útero. Primero sufrís la destrucción inmediata y después padecés el dolor consecuente. Te desangrás, perdés fluidos corporales, te sentís seca y tus órganos quedan inutilizables. Te sentís herida terriblemente y te arde.
Asumo que fueron las circunstancias las que me hicieron sentirme así las veces que lo vi. Pero si volviera a un recital, me retrotraería a ese momento; pese a los años que pasaron.
La música y los olores son los dos teletransportadores nostálgicos de nuestros cerebros.
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