lunes, 22 de junio de 2009

Primero

Uno piensa que no le importa nada. MENTIRA.
Me enojo cuando el colectivero no para, cuando el bondi viene lleno, cuando tengo que entregarle mi asiento al anciano que salió a las siete de la mañana (¿hay necesidad? cuando sea vieja dormiré muuucho).
Me enojo cuando llego a ese trabajo que no me gusta, cuando me dicen que me conforme, cuando veo que estudiar no sirve para nada, que encima soy mujer y se espera de mi ciertos comportamientos que no tengo, cuando veo que no hay salida y no sé para dónde disparar o tirarme (en última instancia).
Me enojo cuando la ropa me queda grande o corta, porque soy flaca y tengo las extremidades largas. Cuando me pesa la joroba a media mañana y me arrepiento de no ir a natación (pero hace frío y lo odio), o me veo los granos y me lamento una y otra vez de tener este aspecto.
Me enojo porque no me sale llorar por todo. O sí en el último momento. Me enojo porque estoy cansada, cansadisima. Y a mí qué me importa si la gente cree que tengo 23 años y soy muy joven para enojarme, por qué todos se animan a decirme que me faltan muuchos años más para enojarme por cosas más importantes. Qué me importa todo eso si todavía no vino ni sé si vendrá. Me importa el ahora que me lleva a un futuro poco prometedor. Y eso me enoja por sobre todas las cosas.