miércoles, 29 de julio de 2009

viaje al fin de la noche que terminó siendo la tentación de existir


Mucho podría decir de la madrugada, pensando en lo importante que es en mi rutina. No lo voy a hacer. Pero sí que el tema de la vida nocturna surgió ayer, conversando vía comentarios de facebook con el siempre atento Eduardo De La Cruz. Entre palabra y palabra, me recomendó que leyera "Viaje al fin de la noche" de Cèline. De más está decir que para un casi noctámbulo un título como esos suena más que tentador. En la madrugada, por supuesto, googlé para encontrarlo (en vano, nunca terminó de leer los libros que descargo porque me desconcentro fácil) y el resultado fue negativo.
A la tarde siguiente tomé la iniciativa. Cargué la bienaventurada libreta de la FFYH a mi bolso y emprendí hacia Ciudad Universitaria. En el camino, nada nuevo. Prenderme un pucho frente a FAMAF cuando estoy lo suficientemente lejos de casa, cruzar las calles QUENUNCAPUDEAPRENDER y agarrar el caminito hasta la biblioteca de Filosofía y Humanidades antes del cierre. En el límite, como siempre.
Entré, cargué el título en la pc, anoté los datos, saqué número y fui al mostrador. La bibliotecaria no llevaba barbijo como me habían dicho, y pensé que con el tema de la ola polar ya nadie recuerda la gripe porcina. La señora fue y volvió rápido. La respuesta fue obvia cuando le vi las manos vacías:
- Está prestado, lo devuelven el cinco.
-'ffanculo- pensé.
Casi tan veloz como nunca, hurgué en el forro de mi libreta, donde acumulo papelitos con algunos libros que quiero leer y anoto por si acaso, saco uno, leo el título que había escrito hace unos meses y se lo entregó.
- Entonces éste- le digo mientras le doy los datos del de Ciorán que ilustra este texto berreta.


El libro estaba. Me lo llevo hasta el cinco. El mismo día que devuelven el que fui a buscar. No hay caso, siempre me toca esperar.

martes, 7 de julio de 2009

segundo

Jambo coraster! dice:
es como si ya estuviera preparada para vivir mi vejez. Pero me falta todo lo del medio.

lunes, 6 de julio de 2009

viernes, 3 de julio de 2009

Todo eso pasa un sábado

Primer desembarco nocturno a orillas del río. Dorian Gray es el lugar. Dejo la canoa y entro a ver si al menos me puedo secar las pilchas un rato antes de seguir remando.



Al lado del río siempre hizo más frío. Aunque sea el Río Suquia y estemos en el Puente Las Heras esperando para entrar al boliche. De más está decir que esto sucedió. Era el último sábado de mayo del presente año y Dorian Gray nos invitaba a pasarla dentro, lejos del río, el rocío, el invierno (en definitiva). Dentro, POP CLUB y Pista electrónica a cargo de Matías Popoff se mezclaban en los pasajes, en las barras, en los baños. Mientras, iba y venia buscando rostros para armar la noche.

Eran las dos de la mañana y mal que les pese a las autoridades, la noche recién empezaba. Sorprendía ver tantos dentro y afuera, esperando en la fila como la cronista. La gente dentro se ve tan joven, feliz y despreocupada como en sus fotos de facebook, pienso mientras quiero llegar al baño para peinarme y sentirme decente frente a ellos (al menos más joven). ¿Será que mientras ellos se mantienen jóvenes sus fotos envejecen? ¿Será que yo envejezco por todos? Caminaban, iban, venían, conversaban, se coqueteaban con la misma naturalidad con la que prendían un cigarro o se acomodaban el cabello. A nadie le importaba la hora, el clima, ni si el fin de semana tenía los días contados, sólo a mi que había dejado la canoa y temía porque se me moje. Las cosas estaban detenidas en el espacio tiempo por las horas que durara la noche. Después de todo es la regla que la rige. El momento es un eterno presente sin futuro o pasado. Cuando salís ves qué pasa mientras no tenés tiempo para preocuparte.

Entonces, cuando la gente vitorea el track que suena, el DJ arenga y ya todo es vapor, es ahí cuando sucede. De repente la marea te absorbe, te envuelve en el tumulto, bailás despreocupadamente al son de la música mirándote en el espejo como las chicas que están allá (aunque ellas piensen lo mismo de vos) y cuando te cansás, cruzás la puerta y te vas a bailar del otro lado. Dicen que ahí participarán los chicos del Minúsculo de Teatro del Cineclub. Claro, por eso hay sillas de madera en lugares estratégicos, me digo en la barra mirando el fondo del vaso que bebo para amenizar la velada. Ya son las tres y media, la euforia está en su máximo esplendor, varios ya tienen nueva compañía y otros la siguen por los pasillos (los menos modernos). “La compañía no se busca, viene sola” me dice una chica muy segura de sí en el baño cuando me hago la periodista encubierta. Tan firme en sus palabras como su sonrisa en su foto de perfil, pienso nuevamente. Sin embargo tiene razón, deja el baño y el chico la aguarda apoyado al costado de la cabina de los dejays, se besan, se dan la mano y siguen. Ellos son modernos y se visten bien, levantan las manos cuando el tema les gusta y se besan cuando no saben cómo bailarlo. Ellos son dos más en Dorian, como yo, que fueron a pasarla bien. A olvidar si es sábado, domingo, fin de mes, otoño, mitad de año. Porque adentro nadie envejece, todos se mantienen con sus pieles suaves y firmes.

La noche sigue, pero pienso en la canoa, el rocío y el río. Salgo del recinto tan rápido como pueda. Ellos no me van a extrañar y todavía le quedan unas horas más a sus noches (afortunadamente).






Publicada en http://escuchameclub.com.ar/?p=38